Coordinación

Cómo se evaluarán los 4 proyectos de serie documental para TV y sus 4 pilotos

Para que el nivel de los proyectos alcance el nivel profesional que los canales participantes y las personas desean, la evaluación se hará según los criterios exigidos por la convocatoria de la Autoridad Nacional de TV en su convocatoria 2012 (descargue texto en pestaña "Realización"). A partir de la página 30 de este documento, pueden encontrar las indicaciones de cómo deben pasar el proyecto.

Eduardo Cordero, Olga Bernal Olea y Luis Fernando Bernal Polo harán la evaluación en convergencia con los profesores que dirigen el proceso de realización: José Pérez (Grupo 1) y Adriana Martínez (Grupo 2). A continuación los 8 criterios, que en total pueden otorgar 400 puntos:

PERTINENCIA

  • Este criterio estima si el enfoque del proyecto es claro y se plantea desde los niveles de desarrollo cognitivo y psicosocial de la audiencia. Evalúa si el proyecto identifica con precisión el público a quien se dirige, el rango de edad al que pertenece, si toma en cuenta sus necesidades afectivas y sociales. Valora si todos los elementos del proyecto están planteados desde y para ese público, si el lenguaje propuesto es apropiado, si se puede sentir involucrado e identificado con los temas escogidos y la manera como son desarrollados. Puntaje 50 (12.5%)
SOLIDEZ   
     Este criterio verifica si la formulación de cada uno de los elementos que componen el proyecto es Coherente, así como la manera en la que se relacionan entre ellos. Evalúa si la investigación está bien planteada y desarrollada, y guarda relación con la manera como se abordan los contenidos. Valora que el diseño de producción se plantee en función de la eficiencia de los flujos de trabajo y de la calidad de los programas.  Puntaje 50 (12.5%)
VIABILIDAD
     Este criterio se encamina a valorar la coherencia entre la propuesta creativa y de contenido de la serie, con el diseño de producción planteado.  Evalúa el apropiado uso de los recursos financieros, humanos y técnicos requeridos para materializar la propuesta, y si se plantean con coherencia dentro del tiempo de ejecución y monto económico del estímulo. Para la convocatoria a productores independientes se tiene en cuenta la proyección internacional del proyecto. Puntaje 50 (12.5%) 
ASPECTOS NARRATIVOS
    Este criterio valora la manera de contar-transmitir los contenidos propuestos por el proyecto, estima si está estructurada en función de los objetivos. Verifica que la estructura narrativa sea coherente con los contenidos y la audiencia. Determina si los personajes están claramente definidos y caracterizados. Puntaje 50 (12.5%) 
ASPECTOS ESTÉTICOS
      Este criterio examina y valora los elementos que forman la propuesta de diseño visual y sonoro, evalúa si éstos están planteados de acuerdo con los contenidos y los objetivos del proyecto. La propuesta audiovisual y la dirección de arte permiten llevar de la mejor manera el contenido de la serie a la televisión y a la audiencia objetivo. Puntaje 50 (12.5%) 
CALIDAD TÉCNICA
     Este criterio evalúa si los soportes y equipos de grabación son los más adecuados respecto al planteamiento del plan de emisión y proyecciones de uso, en busca de que el producto final tenga suficiente calidad visual y sonora. Puntaje 50 (12.5%) 
ASPECTOS ÉTICOS Y DE RESPONSABILIDAD SOCIAL
    Este criterio examina si la temática y los contenidos del proyecto se abstienen de afectar el catálogo constitucional de valores, principios y derechos fundamentales para el reconocimiento y respeto de la dignidad humana. Asimismo, verifica que no fomente la transmisión de prejuicios o discriminación a través de estereotipos. Lo anterior también aplica para el modelo de producción y realización que se plantee en el proyecto. Además, valora la disposición y la estrategia de los proponentes en desarrollar, fomentar y fortalecer la producción de contenidos de televisión para una audiencia específica, para satisfacer una necesidad latente de la sociedad colombiana. El proyecto aporta a la valoración de las normas, así como a la construcción y respeto por lo público. Puntaje 50 (12.5%) 
ENTRETENIMIENTO 
    Este criterio evalúa si el diseño, la estructura y el uso creativo de los elementos narrativos audiovisuales son potencialmente atractivos para la audiencia y la considera televidente inteligente. Trata temas relevantes para ella de una manera divertida y estimula la creatividad. Si considera el humor desde su perspectiva. Puntaje 50 (12.5%)


Descarguen del siguiente enlace, el material utilizado por Eduardo Cordero en la presentación:

En el siguiente vínculo encontrarán el sitio oficial de la convocatoria y podrán descargar documentos anexos de la misma:
  
El concepto de Calidad en televisión

Por Eduardo Cordero
Coordinador Pedagógico del Taller

Enfrentamos este taller teniendo en cuenta cómo está evolucionando la televisión que se ve en Colombia, lo cual impone el fortalecimiento decidido de la televisión comunitaria. ¿Por qué? Porque el panorama muestra 4 sectores en una relación muy desequilibrada: de un lado la televisión comercial de propietarios privados tecnificándose y profundizando sus estudios de mercado para optimizar los mensajes a nichos de audiencia singulares. Ella le habla preferentemente al consumidor, el cual es interpelado cada vez más cerca de su estilo de vida para venderle “programas-mercancía” cargados de lenguajes meramente seductores y emotivos. En esa práctica esa televisión cosecha billones de pesos anualmente[1].

En esta misma postura mercantil hizo su ingreso un segundo sector, el de la televisión comercial internacional. Sus estrategias siguen la escuela competitiva del lucro y su destello inicial de calidad relumbra en un comienzo sólo porque se da en un escenario muy gris en cuanto a diversidad de contenidos y alternativas de géneros y formatos. Pero una vez aposentada la vemos en su verdadera misión de reproductora de modelos de consumo, con la intención de aprovechar los grandes temas nacionales para revestirlos de espectacularidad, sensacionalismo y oportunismo traducibles en dólares.

De otra parte, la televisión pública nacional y regional, la que le debe hablar al ciudadano, se mueve en un panorama estrecho en cuanto a penetración, recursos y creación de contenidos, pues tiene ante sí la misión ardua de renovar la función educativo-cultural que ha sido abandonada por la televisión comercial en su loca carrera monetaria. Esa magna tarea de responsabilidad pública que le cabe a Señal Colombia y a los canales regionales, necesita del apoyo de la red de televisión comunitaria, que suma a esta misión su carácter de constructora de identidades locales, de memoria colectiva y de gestora de la participación ciudadana en las decisiones y sucesos que afectan su bienestar.

La televisión comunitaria es el escenario local desde donde se crea y conserva la diversidad cultural de Colombia, pero también donde se anudan los eslabones de una cultura democrática. Los habitantes son sujetos y objetos de los medios comunitarios, son ellos quienes pueden equilibrar la balanza que desfavorece su representación temática en los “grandes medios privados”. Si se analizan las franjas principales de éstos, se puede inferir con facilidad que “en ellas no cabe el país[2]”. De ahí que sea tan importante para nuestra cultura nacional en general, que la televisión comunitaria gane presencia, se sustente en raíces verdaderamente participativas, tenga recursos propios y suficientes, y ante todo y por todo lo dicho, QUE TAMBIÉN SEA UNA TELEVISIÓN DE CALIDAD. Siendo esto último el motivo de estas líneas comienzo a bosquejar un estado del arte de la teoría sobre el tema.

DEFINICIÓN DE CALIDAD EN TELEVISIÓN

En épocas no muy lejanas hablar de calidad en televisión era motivo de risa. Recuerdo a un académico diciendo que lo único bueno de la televisión es “cuando pasa películas, teatro y ballet”. Para la gente “seria del arte”, la televisión por mucho tiempo fue entretenimiento barato para el populacho, algo a lo que no se le podía reconocer lenguaje propio, por lo tanto era inútil hablar de su calidad. Décadas después las cosas giraron al punto de tener más de 50 legislaciones importantes en el mundo hablando de criterios para garantizar la calidad del servicio televisivo. Es un reconocimiento a su temible y probado poder para construir realidades “a la carta”, manipular masas; pero también, si se quiere y poco se ha visto, para construir igualdades, democratizar en muchos órdenes la sociedad.

Por lo limitado de estas páginas no puedo hacer un recuento de autores y fuentes, pero al definir calidad debemos aclarar “desde dónde” se habla, pues conforme es común a todas las áreas del conocimiento, la riqueza está en la multiplicidad de enfoques que describen un objeto. Sólo así descubrimos el volumen complejo de las cosas. Sin embargo, hay gente todavía peleándose por hallar “la definición única y más perfecta”. Hay definiciones de calidad televisiva desde la industria, la cultura, el mercado, desde el derecho, el lenguaje… ojalá haya muchas más. Para hablar de los criterios centrales que se usan para evaluarla utilizaré la siguiente: “La calidad de la TV es resultado de la conjunción de estándares de variedad, de una representación audiovisual coherente con los objetivos y de una adaptación adecuada a la realidad que se quiere representar”[3].

Para que el lector desglose esta definición marco, pasemos directamente a hablar de televisión pública y luego precisemos lo que corresponde a la TV comunitaria, pues ésta realiza muchos de los fines de aquella. Del gran conjunto “TV pública” podemos excavar en lo que aplica para TV educativa, TV cultural, TV infantil, TV étnica, TV género, etc., y algo cardinal: lo que se le exige a la TV comercial.


CRITERIOS DE CALIDAD PARA LA TELEVISIÓN PÚBLICA

Cuando se hace un listado de criterios para evaluar cualquier objeto o fenómeno de comunicación, siempre se entiende que la mejor calificación la obtiene quien junte “armónicamente” la mayor parte o los criterios medulares de la lista. Eso porque en entidades de lenguaje el contenido es inseparable de la forma y éstos del receptor y todos del contexto; o ¿qué sería para ustedes el código “X%)(ñ” si me niego a revelarles lo que significa? Sencillamente: nada, no estaríamos hablando de comunicarnos.

Sin embargo, sabemos que para analizar en investigación científica tenemos que “dividir”, operación contraria de sintetizar, por lo cual debemos examinar por aparte, entre otras cosas, la forma y el contenido de la TV pública. Inventariando las principales fuentes que han avanzado sobre el tema, el juicio central utilizado para valorar el contenido y la forma es la DIVERSIDAD, pues la TV es un medio masivo y este carácter lo obliga a respetar el derecho de su audiencia, que por masiva es inextricablemente DIVERSA.

En ese trazado los estudios aducen que la TV está mandada a explorar la complejidad de la realidad social y esto mete en pantalla a las minorías que desayunan y cenan sólo pan pero no consumen valores agregados (los que más incrementan las ganancias). Entonces la calidad según la diversidad desestimula la homogeneización de la oferta, que es la estrategia para buscar audiencias millonarias.

Suelto aquí un argumento potente: la TV comercial no podrá nunca apuntar a este parámetro de calidad, pues la homogeneización es una condición de la oferta para alcanzar rentabilidad sobre una demanda masiva. La diversidad eleva los costos, fragmenta la demanda y abre fisuras por donde puede entrar la competencia, un comportamiento táctico que echa al traste los objetivos estratégicos de cualquier gerente “inteligente” de hoy. ¡Ni lo mencione! Lo que han hecho las multinacionales para apuntar a la diversidad es colonizar (monopolizar) todo el espectro con muchos canales, uno para cada uno de los miles de nichos (diversidad, pero de consumo), cada canal bajo las reglas de la homogeneización. ¡Bonita manera! Para saber cuándo van a dejar crecer la TV pública debemos preguntarles: ¿Cuántos nichos les faltan, señores?

Bien. En cuanto a contenido, diversidad es multiplicidad de temáticas, cosmovisiones, culturas, ideologías, intereses; equivalente a este contenido debemos hallar una forma rica en hibridación de formatos, lenguajes y funciones televisivas, estilos, géneros. Si usted analiza la programación de un canal es diversidad vertical; horizontal es la de todo el sistema de una región.

Pero no basta contabilizar la diversidad tomando un solo lado del fenómeno, pues no dice nada que un canal exhiba 100 temáticas. ¿Y si en la región que cubre “desprecia” doscientas mucho más autóctonas? ¿Y si de las 100, por ignorancia el público aprecia sólo 10, precisamente las más banales? ¿Y si esas 10 son las que reciben más promoción y tiempo por parte del canal?

Deducimos entonces que los datos de diversidad vertical y horizontal debemos cruzarlos con otro criterio llamado REPRESENTATIVIDAD, la otra cara de la moneda. ¿Cuánta de la complejidad social de “allá afuera” es re-presentada en la pantalla? ¿Y se ve en el contenido, y se ve en la forma? Infiere el lector también que para dar una magnitud del “allá afuera” se necesita que los analistas tengan a mano un diagnóstico cabal del contexto socioeconómico, histórico y cultural de la región involucrada. Los estudios de representatividad “ponen en evidencia” la exclusión temática y cultural, el silencio consciente o involuntario, el vacío informativo. De ahí que estas investigaciones no gocen de popularidad o “patrocinios”, ni de suscriptores, ni de amigos en los canales, ni de protectores en las instituciones públicas que regulan a aquellos.

Otra razón a no olvidar en los estudios de representatividad es la presencia de las “voces” débiles y minoritarias; en otras palabras el ACCESO que tienen a los medios. Son las voces silenciadas por el sistema, digámoslo sin eufemismo. Como el perverso eufemismo de alguna cadena radial al decir “somos la voz de los que no tienen voz”. Los excluidos sí tienen voces, otra cosa es que muchas han sido amordazadas y enterradas en fosas comunes.

Un tercer criterio propuesto y aplicado desde diversas fuentes es el que podemos abarcar dentro de la palabra VALORES (moralidades), que siempre que la escuchemos debemos indagar muy bien quién la pronuncia, pues habrá valores según el contexto e intereses de quien los proponga como medidores de calidad en cada región del mundo. Por ejemplo, en Colombia algunos proponen la paz como valor supremo y sin discusión; Europa le impuso al resto del mundo el cuidado del medio ambiente (después de ser una de las primeras en devorarlo) y así, depende de los apetitos dominantes…

Igual que para los valores podemos elaborar otros códigos de criterios para tantear la calidad de la TV: Pedagógico-Formativos, de Tecnología Audiovisual, Estéticos, de Ética Periodística, de Identidad Cultural… En algunos no son vitales los criterios transversales de diversidad y representación, pero en la mayoría son parte del juego de variables según el tipo de TV que situemos como objeto.

Algunos códigos de criterios matriculan “de todo un poquito” y construyen marcos cómodos para que quepan “tirios y troyanos”, muy amplios de pensamiento como los del Broadcasting Research Unit (1989) para la TV pública:

§  Satisfacer necesidades básicas de información, entretenimiento y ocio;
§  Respetar la pluralidad de las creencias;
§  Estimular la imaginación, permitir el uso atento e inteligente del público;
§  Respetar las leyes y la cultura nacional, favoreciendo producciones propias y locales;
§  Fomentar el conocimiento de otras culturas;
§  y así…

Otro ejemplo es el del Compromiso Nacional por una TV de calidad para la infancia en Colombia, que enfatiza en lo educativo[1]:

  • Que reconozca su audiencia: Que identifique de manera clara el público a quien se dirige, el rango de edad a que pertenece y sus necesidades afectivas, formativas, de humor y de contexto. Que el lenguaje utilizado sea apropiado para el niño en cada una de las etapas de su desarrollo.
  • Ser atractivo: Un programa donde el diseño, estructura y uso creativo de los elementos narrativos audiovisuales, logren atraer al niño, sobre la base de considerarlo siempre como televidente inteligente.
  • Estimular la fantasía y el juego: Estimular la fantasía, hacer soñar. La fantasía permite al niño darle sentido al mundo que lo rodea, establecer enlaces importantes entre acción y pensamiento. A partir de la acción lúdica los niños se apropian de la cultura del contexto, afirman su identidad y esta logra su desarrollo en la interacción con otros.
  • Generar identificación: Un programa que ilustre situaciones y conflictos propios de la edad, la situación geográfica y social de la niñez.
  • Reconocimiento cultural: Diversidad. Que genere reconocimiento y valoración de su propia cultura y de las historias locales, sin perder su valor como narración universal.
  • Dar poder al niño: Que el niño (o el personaje que lo representa) sea protagonista, que tome decisiones y resuelva sus problemas con sus propias herramientas, sin olvidar el rol del cuidador como facilitador.
  • Incentivar la auto estima: Que el programa fortalezca el sentimiento de aceptación y aprecio de sí mismo. Que desarrolle el concepto de individualidad y la no transmisión de prejuicios o discriminación a través de estereotipos. 
  • Generar gusto por el conocimiento: Generar interés por el conocimiento y agrado por el saber y el saber hacer. Ampliar los horizontes del niño estimulando la exploración de su entorno.
  • Despertar procesos de pensamiento: Que lleva al niño a reflexionar y le da espacio para pensar y desarrollar una visión analítica sobre aquellos temas que le son propios o cercanos.

Como se habrá dado cuenta el lector, los estándares comentados se refieren tan solo a uno de los factores del fenómeno televisión: el programa. Pero éste no sería tal sin su productor-canal, sin su audiencia y sin el contexto holísticamente concebido. Según la tradición epistemológica de la investigación de medios, los cuatro factores deben estar involucrados en un estudio para obtener una aproximación básica.

Al contexto ya nos referimos al tocar lo de representatividad. Sobre el renglón industrial de productores y canales el criterio que hasta ahora se menciona más es el de PROPIEDAD, con el cual se constata la diversidad de operadores y productores que mueven las cuerdas detrás de un programa. El panorama es cada vez más gris en el mundo: a más canales, menos propietarios; un solo titiritero. Así se viene afianzando el monodiscurso planetario. Pero estas investigaciones tampoco son invitadas a los “Premios Emmy”.

Por eso caemos en una suposición ingenua cuando esperamos diversidad de contenidos al incrementar el número de canales. Estudios como el de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona para el Consejo Audiovisual de Cataluña[2], que diagnosticó la diversidad de la programación en el Estado español[3], trae conclusiones muy decepcionantes para los simpatizantes del libre mercado:

a. Un incremento en las horas de programación, resultado del aumento en el número de cadenas de titularidad privada, se traduce en una disminución de la diversidad global del sistema;
b. La contribución de las cadenas públicas a la diversidad global es superior a la de las cadenas privadas;
c. Una disminución del peso relativo de las cadenas públicas producido por la entrada de dos nuevos operadores privados (Cuatro y La Sexta) se ve reflejado en una disminución de la diversidad global;
d. El incremento de horas de programación como resultado del incremento en el número de cadenas no se traduce en un incremento proporcional de todos los géneros;
e. Se produce un incremento superior al proporcional de los géneros de demanda fuerte;
f. La disminución del peso relativo de las cadenas públicas se acusa en los programas denominados de “demanda inflexible;
g. La oferta de diversidad global tiende a disminuir en el prime-time (Ley de Hotelling).

Hay más criterios para analizar la calidad desde la producción, como los modelos de administración de los canales, como el incluido en el recetario del “Compromiso Nacional por una TV de calidad para la infancia”:

  • Involucrar procesos de investigación: Investigar o acceder a investigaciones relevantes sobre cada uno de los temas a tratar en el programa y lograr de esta manera tratamientos enriquecedores, positivos y que agreguen valor a la experiencia de ser niño.

Siendo ésta una condición corriente en la academia y en la metodología de investigación de los creadores de programas, el que sea puesta como criterio deja entrever el ambiente “de bajo nivel profesional” que ha predominado en la creación de programas infantiles en Colombia, sobre todo por parte de quienes han tenido todo para haber hecho algo diferente: los canales comerciales CARACOL Y RCN.

Sobre patrones para analizar la calidad desde la AUDIENCIA, menciono el de CONSUMO, por el cual indagamos “de la diversidad exhibida por el medio, cuánta realmente consume y aprecia el público”. Y aquí se cierra el ciclo epistemológico, he puesto mendrugos en el sendero para que usted, querido lector, vuelva a recorrer.

CRITERIOS DE CALIDAD PARTICULARES PARA LA TELEVISIÓN COMUNITARIA

En el taller de TV comunitaria que nos ocupa, hacemos hincapié y adaptamos estándares que aplican los esgrimidos en los párrafos anteriores. Los presento brevemente.

1-Principio de diversidad: La parrilla de un canal comunitario debe incluir la diversidad social, ideológica y cultural según la composición que tenga en su territorio, lo que lleva a hablar de etnias, ideologías, géneros, rangos de edad, subculturas, niveles socioeconómicos…

2-Principio de contexto (representatividad): las temáticas deben tener raíces en lo local, cruzarlo o relacionarlo. Siempre se deben enfocar los temas “desde” la propia realidad para llegar a lo universal. Cuando decimos de temáticas auténticas, “salida de las entrañas”, nos referimos a temáticas conducidas por los mismos o casi por los mismos protagonistas, sistematizadas y formateadas por gente cercana a la piel de esos protagonistas.

3-Principio de lenguaje: si la premisa 2 se refiere al contenido, ésta apunta a la forma. La forma del lenguaje debe ser “original”, “derivada de” la aproximación a las cualidades y necesidades de sentido de las comunidades y personas. ¿Y cómo nos apropiamos de lo original de una cualidad? Mediante la investigación cercana de la realidad local y esto no le es ajeno a la TV comunitaria. Esto quiere decir, por ejemplo, que si la forma más auténtica de expresión de unos habitantes es mediante sus cantos debemos crear un formato especial de programa para ellos. No podemos aplanar sus cualidades expresivas aplastándolos en un formato magazine, o forzándolos a que nos den declaraciones en un reportaje o en un noticiero. La televisión comunitaria, por su diversidad y contexto, debe ser un crisol de formatos y lenguajes, por lo tanto debe desconfiar por principio de los formatos “establecidos” por la TV comercial. De otro lado, si el principio de lenguaje se aplica, se optimiza la comunicación con las audiencias y este es el requisito para encontrarlas, formarlas y mantenerlas. Como puede colegir el lector, aquí aporto un criterio de medición de calidad nuevo: LA ORIGINALIDAD, que se suma al de diversidad de la forma.

Y el siguiente es un criterio absolutamente particular y relacionado con los fines de la TV comunitaria, medular para el taller que estamos realizando:

4-Principio de participación: este principio se da en dos aspectos. El primero es que la comunidad debe participar en las fases de investigación, creación y producción, es decir, “detrás de cámaras”. Ella debe tener la oportunidad de “rotar” por las diferentes fases de realización de los programas. El personal básico del canal debe convertirse en instructor y “colega” de su comunidad. El segundo aspecto en que opera la condición es que la comunidad no puede limitarse a ser “la fuente” del contenido, la “encuestada del paseo”; sino debe pasar a ser “sujeto”, ir “delante de cámaras”, debe “coger el micrófono” y decir las cosas directamente, elaborar sus cuestionarios, preguntarse y contestarse a sí misma con sus palabras y maneras. A partir de ahí también se construyen nuevos formatos. La consigna es “acabar” con la figura del “presentador” o “presentadora” cuya función sea la de simples “interruptores” que hablan de lo que no saben (porque se les nota en la cara). En el mismo orden acabar con la figura del reportero “preguntón” que nada aporta y de tanta “voz off” que usurpa las voces de los personajes verdaderos. La televisión comunitaria debe ceder los micrófonos, renunciar al “farandulerismo” inútil y si se trata de promover una imagen individual dentro del programa, que sea por su capacidad de análisis y de ilustración, no por su capacidad para la verborrea y el “atractivo sexual” que le roba la palabra y la imagen a la comunidad.

Y con base en estos criterios entresacamos de la madeja los ítems para evaluar los programas que un canal comunitario realiza:

1.  Coherencia narrativa y argumentativa.
2.   Relación de las temáticas con el contexto.
3.   Innovación en el manejo de las funciones televisivas.
4. Participación de la comunidad delante y detrás de cámaras.
5.    Innovaciones en el género.
6.    Innovaciones en el formato.
7.    Exploración en el lenguaje audiovisual.
8. Efectividad y coherencia para identificar y comunicarse con la audiencia.
9.    Calidad técnica.
10. Avances con respecto a los programas antecedentes.

Les doy las gracias por haberme leído hasta el final y espero haberles hecho un poco de claridad. Si es así espero comentarios en eduarcor@yahoo.com.


[1] https://www.comminit.com/es/node/270004/338
[2] http://www.cac.cat/
[1] Consultar www.ibope.com.co, pestaña noticias e información /resumen de inversión general y otros.
[2] Utilizando una expresión del maestro Jesús-Martín Barbero.
[3] Observatorio de la TV e índice de calidad televisiva, Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, Argentina. http://web.austral.edu.ar/comunicacion-observatorio-tv.asp

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